lunes, 16 de noviembre de 2015

LE PETIT PRINCE

El viernes fuimos al cine con mi mamá a ver El Principito. La verdad es que desde que vi el trailer hace algunos meses estaba ansiosa de que al fin la estrenaran...

El Principito fue el primer libro que leí, llegó a mis manos cuando tenía poco más de seis años mientras mis padres discutían, yo lo había tomado desde un estante en la casa de mi papá y de él cayeron unas fotos que tomó mi mamá... a mi edad no entendí lo que ocurría, sólo abrí el pequeño libro y vi el dibujo de la boa con el elefante... me pareció que era una serpiente con un dumbo dentro sin leer las explicaciones posteriores, tampoco había visto el dibujo de la boa por dentro. Fue entonces que mamá me tomó fuerte de la mano, caminamos juntas y rápido hacia un paradero de autobús, papá venía tras nosotras, lo último que escuché de él fue algo así como un "Te amo" desde la calle mientras el autobús nos llevaba de vuelta a casa. Desde ese día El Principito estuvo conmigo hasta que lo perdí en algún lugar, muchos años después.

En alguna entrada anterior dije que siempre creí que ese era mi libro, al menos hasta que me topé con El Alquimista, lo cuál no me impide disfrutarlo cada vez que puedo. De niña siempre creí que los adultos eran extraños, que hacían cosas que no tenían ningún sentido para mi... y ahora que soy adulta, supongo que hago cosas que no tienen sentido para mi yo de niña.

Creo que el argumento del libro nos muestra distintos tipos de personas (no cual no es gran novedad, supongo que todos sabemos eso), están los vanidosos que viven y dependen de los aplausos y la aprobación de resto como si fuera el aire para ellos, algo vital; los ambiciosos que juntan dinero para seguir juntando aún más dinero; los borrachos que en algún vicio vuelcan sus carencias afectivas; los reyes que creen tener el control de todo pero siempre están a la espera de que las "condiciones sean favorables"... y también hay otros como el farolero, que es dedicado a su trabajo y pese al cansancio continúa esforzándose cada vez más porque es lo que da un sentido a la vida, aún cuando ésta haga que su pequeño asteroide gire cada vez más y más rápido, acortando sus intervalos de descanso... 

Supongo que el encuentro entre El Aviador y el Principito, no es más que la catarsis de un adulto que renunció a sus sueños e hizo lo que pudo para que sus cercanos estuvieran conformes con sus elecciones de adulto y que, tras un accidente en medio del desierto, se encuentra con un niño extraño que jamás renuncia a una pregunta... alguien que al final le recordará aquello que supo un día y luego olvidó en el camino, como las cosas simples de la vida por ejemplo, el niño que una vez fue... (esto es algo que pensé ahora, la verdad es que no lo había visto así antes)

Los niños no tienen un plan, sueñan con libertad y creen que todo es posible... ellos aman con sinceridad, juegan e intentar comprender el mundo que los adultos han construido en la base de una sociedad mundial que nos vende un plan de vida, uno donde trabajamos y después de X años nos obliga a tener un auto, luego de X años más nos obliga a comprar una casa, nos explota hasta que estamos cansados o aún peor enfermos, y luego nos devuelve la "libertad" de disfrutar nuestros últimos años de vida... yo que creo en Dios, considero que el milagro de la vida ha sido rebajado a lo más bajo que hemos podido, y no me sorprende, sólo hay que dar un vistazo al costado para ver lo que hemos hecho con nuestro mundo, con el resto de las personas, con todo lo que nos rodea... hasta que un día y sin darnos cuenta, ya somos adultos y planeamos todo: Cuando tomarnos vacaciones, cuando cambiar el celular, que haremos en X años más; mientras nuestro niño interior queda sepultado bajo cientos de responsabilidades impuestas por otros...

Yo planeé mi salida del trabajo, ajusté presupuestos, hice un calendario con metas diarias, semanales y mensuales para sacar mi libro adelante... pero la verdad es que, a las puertas de dejarlo todo, tengo miedo y sigo cuestionándome las mismas cosas, entonces intento hacer contacto con mi Principito interior y recuerdo que él también tuvo miedo antes de volver a su planeta, pero eso no le impidió hacerlo... la niña que aún vive en mi no tendría miedo de escribir, ni de cantar, ni siquiera de fracasar porque no pensaría en ello, tal vez se reiría ante la vergüenza de haber desafinado una nota en plena presentación...

No quiero convertirme en el adulto que tanto temí, quiero sonreír ante las cosas simples, llenarme de sonrisas que el dinero no puede comprar, quiero escribir hasta que los suspiros de mi corazón me recuerden que estoy enamorada, quiero cantar sin temor a ser escuchada y vibrar cada nota que dé mi garganta... lo esencial es invisible a los ojos... el amor, la compasión, nuestros sueños, la bondad, la determinación, efectivamente todo eso es invisible a los ojos...

Tengo miedo, pero de todas formas saltaré...

Amelie

PD: Y mientras más cercano esté el día, supongo que me pondré más monotemática... tengan un poco de paciencia conmigo, nunca antes había siquiera pensado hacer una locura como la que estoy a punto de hacer...

martes, 10 de noviembre de 2015

UN "VALOR" DE BRONCE QUE SE TRANSFORMO EN ORO

Recuerdo que durante un tiempo me dediqué a leer el blog de Verónica Roth, sus entradas eran brisas de aire fresco a mis recientes y crecientes ganas de escribir, unas ganas que se apoderaban de mi cuando menos lo prevenía y me impedían seguir trabajando... ella siempre fue muy honesta con su trabajo, se refería a él de una forma sencilla y humilde, porque créanlo o no también sintió dudas sobre su enorme trilogía Divergente.
Fue una entrada en particular que llamó mi atención hace como dos años y que volvió a mi el sábado que recién pasamos, luego de mi clase de taller de escritura creativa, recordé que ella dijo algo así como: Llega un momento en que nada es seguro, uno se vuelve autocrítica, el resto critica y ya no te sientes segura de lo que haces. Es entonces cuando te dices que debes creer en lo que estas haciendo, porque un día te pareció genial y aunque ahora ya no tanto, hay que creer en lo que uno hace. 

Todo eso fue porque en el taller tuvimos que presentar las escenas importantes de nuestra novela para visualizar la tensión de la historia, pero la verdad es que mientras más hablaba, más insegura al respecto me sentía; fue tan fuerte la duda que realmente encontré que mi historia era malísima (en contraste a la opinión de mi profesora y de mis compañeros), que estaba perdiendo el tiempo en ese lugar, llegué a sentir que estaba haciendo un alboroto de mi vida cuando mi trabajo no era tan malo, la paga no era tan mala y que podría jubilarme en mi oficio si no fuera una persona inconformista... sin embargo, mis compañeros se animaron a hacer un poco la hora luego de clases y nos fuimos al Mall Costanera Center, vimos el árbol gigante que arman todos los años para navidad y vagamos entre librerías buscando un sin fin de libros que no pude encontrar. Estábamos felices entre las ediciones, viendo títulos y portadas, bromeando sobre nuestros apodos de escritores, soñando tímidamente que algún día nuestros libros estarían en tal o cual sección, que tendría tal o cuál tamaño, tapas duras o normales, gordos con más de 500 páginas o delgados... fue un momento especial porque me conecté nuevamente con ese sentimiento primario que es al final de cuentas más grande incluso que el temor a fracasar: ME ENCANTA ESCRIBIR.

Esa sensación de felicidad es tan grande que el miedo se disipa y es suplantado por otra emoción... me siento poderosa como una superhéroe, siento que soy capaz de lograr lo que me proponga, y entonces recuerdo que aún no conozco a nadie que haya fracasado apostando a sus sueños, que a nadie que ama lo que hace le puede irle mal en la vida. 

Anhelo, quiero, deseo, necesito sentir las páginas de mi historia, aproximarlo a mi nariz y oler sus hojas, leerlo de principio a fin aunque haya sido yo quién lo escribió, ver la portada y sentirme orgullosa de lo que logré, dormir con él bajo la almohada... aunque nadie lo lea nunca yo al fin tendré en mis manos la historia que siempre busqué y nunca encontré en las librerías.

Como dijo Santiago en el Alquimista: Siempre podré volver a ser pastor, pero quizás ésta sea la única oportunidad de encontrar mi tesoro. Yo siempre podría volver a mi oficio, pero tal vez nunca más tenga la oportunidad de jugármela escribiendo y cantando.


Amelie

Lo más destacado

¡HE VUELTO!

Creo que todas las entradas en este blog comienzan de la misma forma: "Hace mucho tiempo que no pasaba por aquí..." y lamento que ...

Lo más leído